“Confiésense los pecados unos a otros y oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos. Elías era tan humano como cualquiera de nosotros; sin embargo, cuando oró con fervor para que no cayera lluvia, ¡no llovió durante tres años y medio! Más tarde, cuando volvió a orar, el cielo envió lluvia, y la tierra comenzó a dar cosechas. Mis amados hermanos, si alguno de ustedes se aparta de la verdad y otro lo hace volver, pueden estar seguros de que quien haga volver al pecador de su mal camino salvará a esa persona de la muerte y traerá como resultado el perdón de muchos pecados.” (Santiago 5:16–20, NTV)
Cuando venimos a la fe, Santiago no apunta a la confesión para ser salvos, eso lo hizo Dios en nuestra vida, el menciona para ser sanados. El cristianismo no solo consiste en una relación vertical sino horizontal (unos a otros). El confesarnos nos ayuda a ser sanados.
Se nos instruye a orar unos por otros, especialmente para aquellos que están luchando físicamente y espiritualmente. Y a medida que continuamos leyendo, Santiago nos recuerda que Elías era un hombre como nosotros, que era capaz de orar y llevar a cabo los propósitos de Dios como nos debemos. Él oró con fervor y su oración era llena de pasión. La Palabra de Dios nos dice que oró «con fervor» y el buscaba a Dios con todo su ser.
¿Qué motivó a Elías a orar con tanta pasión? En primer lugar, su comprensión de Dios lo movió a orar fervientemente. Elías sabía a quien él estaba orando. Él sabía que Dios tiene todo el poder. Él entendió que el Señor podía hacer lo imposible. Elías oró fervientemente porque su fe estaba en Dios y no en sus oraciones.
La comprensión de cada persona acerca de Dios determinará su fuerza y perseverancia en la oración. Dios nos ha dado el poder de Su Espíritu Santo para que nos guíe en la oración y para enseñarnos cómo debemos orar. «De la misma manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos lo que debemos pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros, aunque no sabemos cómo poner nuestros deseos en palabras.» (Romanos 8:26)
Para muchos, Dios es «demasiado pequeño» y dudan de Su poder y habilidad. Ellos carecen de la fe y sus oraciones no son contestadas. Por otro lado los que crecen en el conocimiento y comprensión de Dios Todopoderoso, Su grandeza, soberanía y santidad aprenden a orar con fervor y con eficacia.
La situación en la cual Elías vivía y estaba siendo confrontado, lo llevó a buscar la guía y dirección de Dios; por lo tanto, esperó en Dios para hablar y contestar sus oraciones. Deberíamos hacer lo mismo. Cuando miramos alrededor y vemos los perdido, personas lastimadas y heridas, esto debe llevarnos a orar fervientemente. Cuando vemos personas que niegan la voluntad y la Palabra de Dios, esto debería desafiarnos y movernos para orar con todo nuestro corazón.
No dejemos que las condiciones que nos rodean nos abruman; tenemos que buscar a Dios y descansar en Él. Sería fácil quedar abrumado si nos fijamos en las condiciones que nos rodean. La necesidad es enorme y puede ser desalentadora. Sin embargo, esto es porque debemos buscar a Dios. Es por esto que debemos correr a Él y descansar en la sombra del Omnipotente. Es sólo cuando nos corremos a Él, descansamos en Él, y derramamos nuestro corazón a Él que podemos enfrentar y resolver las condiciones que nos rodean y ser fortalecido para hacer Su voluntad, y alcanzar a los perdidos.
Jesús nos enseñó a orar con fe: «Por eso les digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán» (Marcos 11:24). Por lo tanto, cuando oramos según la voluntad de Dios y con fe en Sus promesas, tenemos que seguir perseverando y no perder de vista lo que se ha solicitado hasta que Dios ha cumplido Su promesa. (1 Reyes 18:43-44)
Debemos perseverar en nuestras oraciones. Sin embargo, hay obstáculos que dificultan el cumplimiento de la promesa; pecado no confesado que nos separa de Dios, de modo que Él no oiga, (Isaías 59:1-2). Luego está Satanás, y su constante oposición a los planes de Dios, como vemos en (Daniel 10:12-13). Puede ser también que nuestro corazón necesita ser purificado porque quien cierra sus oídos al clamor del pobre, llorará también sin que nadie le responda, (Proverbios 21:13). Sea lo que sea, tenemos que arreglar las cosas con Dios y en seguida tenemos que perseverar hasta que llegue la respuesta.
Elías tenía la misma naturaleza que tenemos, pero el oró con poder y positivamente. Podemos hacer lo mismo. Si aprendemos a perseverar en la oración, su fruto es siempre más abundante, cada vez más evidente, y vamos obtener, como Jesús lo obtuvo, que traerá el honor y gloria al Padre.
El verdadero poder en nuestras vidas comienza con la humildad. Y la humildad ante Dios Todopoderoso puede resultar en que Su Santidad ser impartida a nosotros. Consecuentemente la santidad traerá sanación, felicidad, salud, alegría, coraje, paz y la vida eterna.
Por ultimo, Santiago remarca el tema de hacer volver a alguien. Todo lo que Santiago nos dice es que somos responsables los unos a los otros. No poque hayamos conocido a Jesus tenemos todo resuelto.
Necesitamos sabiduría para ayudar al pecador a volver del camino. El que salva es Dios claro. Pero nos hace responsables (atalaya) advertir al pecador
Gálatas 6:1 (NTV)
1Amados hermanos, si otro creyente está dominado por algún pecado, ustedes, que son espirituales, deberían ayudarlo a volver al camino recto con ternura y humildad. Y tengan mucho cuidado de no caer ustedes en la misma tentación.
No nos pone en una posición de superioridad, sino responsabilidad por nuestro prójimo.