La miseria de los ricos

Escrito el 30/10/2023
Mario Fernandez


Presten atención, ustedes los ricos: lloren y giman con angustia por todas las calamidades que les esperan.” (Santiago 5:1, NTV)

Santiago habla habla directamente a los ricos, en el capitulo 4, el autor fue duro con sus palabras, esta vez, lo mismo. Tiene el tono de los profetas, también frases como proverbios, y también el concepto planteado por Jesus en relación a los ricos. (El joven rico o rico y lázaro, o el agricultor que solo esta pendiente en sus graneros y le llama necio).

Santiago esta denunciando que los ricos comenten 2 pecados, NO AMAN a Dios y NO AMAN al prójimo. Tienen riquezas y no tienen en cuenta al que tiene necesidad.

Muchas veces cuando leemos estos textos, estamos pensando en la gente que pasa tiene mucho dinero y  pasa sus vacaciones en la luna. 😊 O deportistas de elite, artistas, gente que tiene dinero de manera excesiva.

Pero, ¿somos conscientes de lo rico que somos?, estoy dirigiendo esta reflexión a un publico donde puedo decir que vivimos en un punto geográfico que tenemos cosas que otros no tienen.

A modo de entender el contexto de Santiago, en comparación con los pobres de su tiempo, casi todos los que vivimos en Occidente en el siglo XXI somos ricos.

En aquel entonces, los ricos vivían en casas bien construidas; los pobres, en chozas. Los ricos comían tres veces al día; los pobres, no. Los ricos tenían una selección de ropa; los pobres vestían harapos. Los ricos tenían muebles en su casa: una mesa, sillas, quizás un escritorio; los pobres no tenían nada.

Estoy seguro como dije esta reflexión llega a personas que viven en casas relativamente cómodos, comen tres veces al día, tienen armarios llenos de ropa y abundancia de muebles (¡sin contar los electrodomésticos y otros “lujos” como televisores, equipos musicales…!). Entonces, ¿a qué categoría pertenecemos?

Santiago, ¿Se mete con los ricos por el mero hecho de tener posesiones?, no es eso, el quiere destacar que ciertas actitudes y acciones que suelen caracterizar a la clase pudiente y que merecen la firme desaprobación de Dios.

 

Santiago contempla el desequilibrio social: el hecho de que unos tengan bienes en exceso mientras que otros pasan necesidad; el que algunos derrochen dinero innecesariamente y haya quienes no tengan para cubrir las necesidades básicas de la vida.

 

Santiago se lanza a defender la causa de los oprimidos. El oro y la plata, el dinero y las posesiones, no son ni buenos ni malos en sí. El mal de estos individuos está en: la arrogancia, los abusos, la injusticia, la confianza en las riquezas y no en Dios, la idolatria

 

Finalizo con el texto de Deuteronomio 8:

»Sin embargo, ¡ese es el momento cuando debes tener mucho cuidado! En tu abundancia, ten cuidado de no olvidar al Señor tu Dios al desobedecer los mandatos, las ordenanzas y los decretos que te entrego hoy. Pues cuando te sientas satisfecho y hayas prosperado y edificado casas hermosas donde vivir, cuando haya aumentado mucho el número de tus rebaños y tu ganado, y se haya multiplicado tu plata y tu oro junto con todo lo demás, ¡ten mucho cuidado! No te vuelvas orgulloso en esos días y entonces te olvides del Señor tu Dios, quien te rescató de la esclavitud en la tierra de Egipto. No olvides que él te guió por el inmenso y terrible desierto, que estaba lleno de escorpiones y serpientes venenosas, y que era tan árido y caliente. ¡Él te dio agua de la roca! En el desierto, te alimentó con maná, un alimento desconocido para tus antepasados. Lo hizo para humillarte y para ponerte a prueba por tu propio bien. Todo esto lo hizo para que nunca se te ocurriera pensar: “He conseguido toda esta riqueza con mis propias fuerzas y energías”. Acuérdate del Señor tu Dios. Él es quien te da las fuerzas para obtener riquezas, a fin de cumplir el pacto que les confirmó a tus antepasados mediante un juramento. »Pero una cosa te aseguro: si alguna vez te olvidas del Señor tu Dios y sigues a otros dioses, y les rindes culto y te inclinas ante ellos, sin duda serás destruido. Tal como el Señor destruyó a otras naciones en tu paso, así también tú serás destruido si te niegas a obedecer al Señor tu Dios.” (Deuteronomio 8:11–20, NTV)