“—¡Mujer, qué grande es tu fe!—contestó Jesús—. Que se cumpla lo que quieres. Y desde ese mismo momento quedó sana su hija.” (Mateo 15.28, NVI)

El amor divino es maravilloso, la mujer de esta historia es elogiada por su fe. Su vida ahora ha experimentado el poder de Dios y lo que más quería en este mundo se ha cumplido. ¿Te has dado cuenta la manera que Jesús hace misión? No hay momento, día, horario, circunstancia en donde Jesús deje de proclamar las Buenas Noticias. No se trata de “ahora vamos hacer misión”, “el próximo fin de semana vamos a evangelizar”, es ahora y siempre

La misión es de un formato practico, en el que todos entienden que Dios te ha puesto en el mundo como agente de cambio, como persona de influencia, como persona con poder de demostrar lo extraordinario que ofrece el evangelio.  Algunas personas al único Cristo que verán eres vos, el único evangelio que podrán leer serán tus acciones y el único milagro en el cual podrán creer será tu vida. 

Dios está pidiendo que no nos mezclemos o confundamos con los demás sino que sobresalgamos sobre todos. Te has puesto a pensar acerca de los nombres que  aparecen en las escuelas, las universidades, las avenidas y calles de los pueblos, los teatros, y demás. Fueron de personas que dejaron una influencia, su caminar, su actuar, su cantar y contribución a la sociedad los convirtió en merecedores de dichos reconocimientos.

La Misión de la que tanto hablamos, de la que tantos congresos, conferencias, encuentros de oración, etc, realizamos, tiene que ver con una palabra: “huellas”, es decir la misión debe dejar huellas

Oración: Señor mientras estoy en este mundo quiero dejar huellas dignas del evangelio.