“Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos. «Sígueme», le dijo. Mateo se levantó y lo siguió.” (Mateo 9.9, NVI)
Mateo recibió su llamamiento para ser uno de los discípulos de Jesús. El futuro evangelista estaba sentado en el puesto del cobrador de impuesto o la aduana, el lugar donde se recolectaba el impuesto sobre el tráfico de mercaderías.
Así como Mateo y cada uno de los discípulos, al momento de su llamado estaban ocupados en sus diferentes actividades. Jesús no se guió por sus capacidades, precisamente cada uno de ellos recibió esa transformación para hacerlos aptos al servicio en la Misión.
Cuando Dios llama, las personas suelen decir que no están capacitados, que tienen problemas, no es el momento, o están muy ocupados, sin embargo, es allí donde Dios se glorifica, porque Dios no se asusta de nuestras ocupaciones o miles de excusas que se presenta. Dios usa gente como vos o yo. Y no hay momento para eso, puede ser el día más difícil, o el año más difícil, Dios lo hará y cuando eso suceda, es mejor no contradecirle. Porque el peor momento de muchos es el mejor momento de Dios.
Quizás esta mañana es una mañana de decisión y El puede usar la crisis que estás viviendo para llamarte. Gladys Aylward fue una evangélica cristiana de origen británico, que sirvió como misionera en la China, durante más de 20 años. Si hubiera sido por la calificación humana nunca hubiera servido, pero ella estaba segura de su llamado, con los ahorros de su trabajo como empleada doméstica decidió ir a China. Un pensamiento de ella fue “ Si he de morir, no tema yo a la muerte, más tenga ésta sentido, oh Dios, cuando llegue mi hora”. Cuando sirves a Dios, todo cobra sentido. ¡Dile sí a Dios!
Oración: Señor me rindo a tus pies, quiero dejar de poner excusas para no servirte y entender el tremendo privilegio de entender la misión no como yo la entiendo sino como tu ordenas.