“»Ahora bien, cuando vuelva el dueño, ¿qué hará con esos labradores?” (Mateo 21.40, NVI)
Recuerdo de niño cantar el himno en mi iglesia en San Martin, Mendoza: “El rey ya viene, oh el rey ya viene, ya se escuchan las trompetas y su rostro veo ya. El rey ya viene, oh el rey ya viene oh gloria a Dios el viene por mi”.
Nada más placentero y gratificante que saber que el Rey viene por mi. Y cuanto mas cuando venga que pueda encontrarte tanto a mi como a vos ocupados en la Misión.
La parábola de los labradores malvados, revela que el hombre es un mayordomo en el mundo que pertenece a Dios; es libre para obedecer o desobedecer; a veces usa esa libertad para rebelarse contra Dios y lo hace con toda deliberación; es capaz de matar aun al único Hijo de Dios; es así que tendrá que rendir cuentas a su Dios y si se rebela contra su autoridad, sufrirá el juicio y castigo de Dios.
Así como el pueblo de Israel tuvo su oportunidad de hacer los ajustes necesarios para entender quién era Jesús, el hijo del dueño en la parábola; el que le esperaba el rechazo y la muerte de parte de los labradores de la viña.
Para cuando el Rey venga es necesario hacer santos ajustes que tienen que ver con la oración, la aplicación de la Escritura a tu vida, la santidad, las relaciones con tu prójimo. Porque no se puede hacer misión sin oración, sin Palabra, sin santidad, sin amor al Prójimo. Haz los ajustes que sean necesarios. El Rey ya viene. El primer requisito que todo hijo de Dios debe tener es tener intimidad con Dios por sobre todo conocimiento o títulos académicos.
Oración: Señor, mientras aguardo a tu venida quiero hacer los ajustes necesarios en mi vida para así ser mas efectiva la misión en mi vida.